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Elizabeth Blackwell nació en 1821 en un hogar acomodado en Bristol, Inglaterra, siendo la tercera de nueve hijos. Sus padres se preocuparon por que sus hijos tuvieran una buena educación y les enseñaron la importancia de elegir en libertad y de que las mujeres gozaran de la misma educación y oportunidades que los hijos hombres. Sin embargo, las condiciones sociales se complicaron, por lo que la familia emigró a los Estados Unidos para establecerse en Cincinnati cuando Elizabeth tenía solo 10 años. Allí pasaron por algunas dificultades económicas y, cuando el padre murió, se acabó el dinero. La esposa y las hijas abrieron una escuela para señoritas, lo que les ayudaba a cubrir sus gastos.

La joven Elizabeth tenía un deseo ferviente de estudiar Medicina y se dice que este se acrecentó con el comentario de una amiga agonizante que le dijo que hubiera deseado mucho tener una doctora mujer a su lado.

Para pagar sus estudios tomó distintos trabajos, inclusive, el de profesora de música. Además, logró que un médico retirado le prestara sus libros. Así, solicitó ingresar a más de 15 universidades y escuelas de Medicina, pero siempre fue rechazada.

Finalmente, se le admitió en Geneva College de Nueva York. Los directivos tomaron la decisión de que la aceptarían solo si recibía la aprobación unánime de los más de 150 alumnos, todos hombres. Estos, a su vez, pensaron que era una broma y aceptaron; y cuando vieron que era en serio, ya era tarde. Elizabeth tuvo algunas dificultades –que logró salvar– para ser admitida a las demostraciones médicas. Se dice que, ante la presencia de ella, los estudiantes eran respetuosos, caballerosos y muy educados. Unos años después, en 1849, Elizabeth se graduó como la primera médica de los Estados Unidos, obteniendo el primer lugar de su clase. A la ceremonia asistió la prensa, y el decano –al entregarle su diploma– se inclinó respetuosamente ante ella.

Después le fue muy difícil encontrar un puesto de trabajo para especializarse. Viajó a Inglaterra y allí tuvo las mismas dificultades. Al final, consiguió una plaza en La Maternité de París, pero con la condición de que sería tratada como estudiante de Obstetricia. Luego de un año, el director comentó que ella iba a ser la mejor médico obstetra de los Estados Unidos. Desgraciadamente, al curar una secreción purulenta oftálmica en un bebé recién nacido, esta le salpicó a su ojo izquierdo, lo que se complicó y perdió el ojo. Esto cambió sus planes y desistió de la idea de ser cirujana.

Después volvió a Londres. Allí conoció a la enfermera Florence Nightingale, con quien tuvo una buena amistad y compartió muchas ideas.

En 1851, al regresar a los Estados Unidos, los hospitales se negaron a contratarla, por lo que tuvo que comprar una casa para poder ejercer. Junto con su hermana Emily –ya graduada de médica– creó una escuela de Enfermería para atender a mujeres y niños. Este dispensario se convirtió en una clínica que siempre estaba llena. Por eso, en 1857 abrió junto con Emily y la Dra. Maria Zakrzewska –quien había sido su discípula y alumna– un hospital con el nombre de New York Infirmary for Indigent Women and Children. Este hospital se convirtió en un centro de entrenamiento para mujeres que estaban estudiando Medicina y Enfermería. Fue un éxito y hoy sigue funcionando como Lower Manhattan Hospital que es parte del sistema hospitalario de Nueva York. En 1866 se atendían allí cerca de 7,000 pacientes anualmente.

La Guerra de Secesión las dio a conocer a ellas y a sus discípulas. Elizabeth simpatizaba con el norte, en especial por sus raíces y pensamiento abolicionista.

En 1868, al terminar la Guerra de Secesión, fundó una Universidad de Medicina para mujeres. Allí tuvo como colaboradora a la Dra. Rebecca J. Cole, la segunda mujer negra que se graduó en Medicina, en 1867. El programa era extenso y duraba cuatro años.

En esta etapa surgieron problemas entre las hermanas Blackwell, quienes tenían caracteres bastante fuertes que podían llegar a la terquedad. Por eso, Elizabeth se apartó de este proyecto en 1869.

Ese año viajó a Inglaterra, donde ejerció la cátedra de Ginecología hasta su retiro. Ella fue la primera mujer incorporada al Registro de Médicos de Gran Bretaña. Contribuyó en la formación de The London School of Medicine for Women que se estableció en 1874 y que fue la primera escuela de Medicina para mujeres en Inglaterra. Esto lo hizo con Sophia Jex-Blake, que había sido su alumna y protegida en Nueva York. Al poco tiempo, perdió mucho de su autoridad a Jex-Blake. En 1877 renunció oficialmente a la actividad médica.

Escribió muchas obras, desde su tesis sobre tifoidea hasta libros sobre la educación médica, en especial para las mujeres.

Al dejar la actividad médica se concentró en escribir y en las reformas sociales. Fue cofundadora de la National Health Society en 1871 y visitó varios países de Europa. Realizó su mayor actividad en los movimientos de reforma entre 1880 y 1895, en especial en el campo moral, sexual, de higiene y de educación médica, pero también enfatizó en la medicina preventiva, los derechos de las mujeres, la planificación familiar y la sexualidad femenina, entre otros. Escribió tratados para difundir –entre la población femenina– consejos y recomendaciones para mejorar su higiene y salud, pero también se ocupó de la moral y de aspectos sociales. Hizo también campaña contra la prostitución, a favor de la educación sexual de los jóvenes y del matrimonio. Todos estos temas crearon cierta controversia en torno a su persona.

Elizabeth Blackwell estaba bien conectada, tanto en los Estados Unidos como en Gran Bretaña. Sin embargo, su carácter y personalidad fuertes la llevaron a algunos enfrentamientos, en especial por sus críticas a otros. Esto la distanció de Florence Nightingale y también de amigas e inclusive de alumnas importantes. Además, tuvo algunas discrepancias filosóficas con colegas, amigas y alumnas pues ella consideraba que el éxito de las mujeres en medicina se basaba en sus valores humanos como mujeres, mientras otras consideraban que el éxito se debía medir en base a su participación como iguales de los hombres en todas las especialidades.

Elizabeth trataba de mantener una posición de poder en las organizaciones en las que participaba, por lo que a veces su ritmo de acción en ellas podía ser cambiante. Creía que la moral cristiana tenía que jugar un rol importante en la medicina e investigación científica y que las escuelas de medicina debían proveer instrucción en este campo. En ese sentido, era antimaterialista y no creía en las vivisecciones. Tampoco veía el valor de las vacunas y las consideraba peligrosas.

Falleció en 1910 en Inglaterra, a los 90 años. Nunca se casó y tampoco tuvo hijos, se mantuvo fiel a sus principios y se consagró a la medicina. Mantuvo una relación buena con sus familiares y amistades y adoptó a Kitty Barry, una niña huérfana de Irlanda.

Fuente: Revista Galenus
http://www.galenusrevista.com/?Elizabeth-Blackwell